La psicología de las apuestas es algo tormentosa, y puede llegar a arruinar la vida de una persona si cae en el descontrol.
Para que llevemos a cabo una apuesta, debería existir una zona cerebral que origine nuestra decisión (o indecisión, según se mire). En ese caso no solo habría una zona cerebral, sino varias: Una zona cerebral más activa frente al riesgo, y otras zonas cerebrales que disminuirían su actividad en consecuencia.
Esto precisamente es lo que han descubierto los neurólogos de la Universidad de Washington en St. Louis, una región cerebral que se activaría sobremanera cuando tomamos decisiones de las que no estamos completamente seguros; es decir, cuando apostamos.
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La región cerebral responsable de las apuestas
En el caso que nos ocupa, según el estudio publicado en el Journal of Neuroscience, sucedió un poco de ambas cosas. Ilya Mosonov y sus colegas de la Universidad de Washington estudiaron las áreas cerebrales de un mono, y detectaron una población de neuronas codificantes que aumentaban su actividad frente a un estímulo. Y cuanto más arriesgado era el estímulo, más aumentaban su actividad (similar a cuando aumenta el premio de una apuesta que podemos realizar).
Paradojicamente, justo antes de que el animal tomase la decisión arriesgada, estas neuronas codificantes suprimían totalmente su actividad.
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Por otro lado, también parece existir otro grupo de neuronas independiente que podría darnos información sobre lo que sucede tras haber realizado la apuesta pero antes de saber el resultado, algo que se conoce como incertidumbre.
La necesidad de que exista una psicología de las apuestas
Lo primero que podríamos pensar es que estamos hablando de apuestas sin más y cómo se comporta el cerebro frente a ellas: Tengo X dinero para invertir, la decisión es arriesgada, pero puedo ganar muchísimo más; ¿qué hago? Sin embargo, no es tan simple. Cada día muchos de nosotros tomamos decisiones arriesgadas en nuestra vida, “apuestas de vida”, como el hecho de cambiar de lugar de trabajo por ejemplo.
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Necesitamos que nuestro sistema de evaluación de riesgo funcione correctamente, sino lo que puede suceder es que se produzcan los conocidos casos de juego compulsivo o ludopatía. En el lado contrario, cuando el sistema funciona en exceso, tenemos los trastornos por ansiedad donde la precaución es excesiva. En el caso de España, en el año 2015 el número de jugadores online aumentó un 19,6%, aunque los hombres siguen siendo mayoritarios frente a las mujeres según la DOGJ.
Cómo se estudió la psicología de las apuestas en monos
En el caso del estudio se trabajó con monos rhesus, cuyos cerebros son similares a los humanos. Se les ofreció jugo o la oportunidad al 50% de obtener el doble de jugo: Una opción segura y una arriesgada. Parece que los monos rhesus son dados a vivir al límite, por lo que elegían más veces el riesgo.
Cuando esto se producía, una región de neuronas situada en un núcleo cerebral llamado “pálido ventral” se suprimía. Dicha zona es importante porque controla la dopamina, una molécula esencial en el sistema de recompensa cerebral (si se suprime esta zona, la liberación de dopamina aumenta, lo que a su vez aumenta los comportamientos de riesgo, algo que sucede de forma similar en la adicción a las drogas y las recaídas).
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Por otro lado, en el momento de “incertidumbre”, se activaba una zona llamada corteza anterior basal media. Dicha zona es importante por participar en el aprendizaje y la memoria cerebral: Tomar riesgos y sufrir incertidumbre nos hace aprender.
Estos hallazgos podrían ayudar en futuros tratamientos contra los trastornos psiquiátricos asociados a juzgar mal el riesgo, tanto en el caso de la ludopatia (donde se siente menos riesgo) como en la ansiedad (donde se siente un riesgo excesivo).
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