Sábado y domingo, los dos mejores días de la semana.
Tiempo de dormir hasta tarde, de salir con los amigos, de cocinar para toda la semana, de limpiar un poco en casa, de pasar tiempo con la familia…
Posiblemente, sea cuál sea el orden de vuestra lista, el domingo por la noche sólo hayáis cumplido los dos primeros puntos; y eso si disponéis de fines de semanas de dos días, pues hay a quiénes sus trabajos sólo les permiten tener uno o, a veces, ninguno, siempre al pie del cañón. Esto, como todo lo que tiene que ver con el trabajo, crea mucho debate entre los que consideran que el trabajo es vida y los que piensan que sólo es una forma de conseguir los medios necesarios para vivir, pero que puede producir un efecto contrario si nos excedemos. Por eso, muchos expertos en la materia abogan por la instauración de fines de semana de tres días, suficientes para recargar las pilas de cara a una nueva semana de trabajo. Para que lo entendáis mejor, hoy os damos la opinión de un profesor de la Universidad de Leed, que en un artículo de The Conversation deja clara la necesidad de descansar más y trabajar menos.
Razones por las que deberíamos tener fines de semana de tres días
Mejora de la calidad de vida
Aunque muchos sean defensores de la máxima de “vivir para trabajar”, resulta mucho más beneficioso “trabajar para vivir”, pues el trabajo dignifica y nos hace sentir bien, pero también puede ser muy perjudicial para la salud, al aumentar el riesgo de padecer derrame cerebral, enfermedades coronarias o diabetes tipo II.
Esto se asocia principalmente a los trabajadores que pasan muchas horas sentados, pero también afecta a aquellos que pasan mucho tiempo de pie, sin moverse del mismo sitio.
Además, las personas que trabajan demasiado no tienen tiempo para ver a amigos y familiares, ni para desarrollar aficiones o cualquier otro hábito beneficioso para el bienestar físico y psicológico, por lo que también pueden acabar padeciendo trastornos psicológicos, como la depresión.
Los peligros que sufres al estar sentado demasiado tiempoLos peligros de estar sentado muchas horas son muy grandes, no sólo por la obesidad resultante, sino también por las enfermedades a las que se asocia.
Por otro lado, al no tener tiempo libre el dinero resultante de las horas excesivas de trabajo, no servirá para una mejora de la calidad de vida, sino para un aumento del consumismo; que, según algunos expertos, se alimenta de la competitividad del ser humano, pues a veces llegamos al punto de trabajar más de lo que nos corresponde con el objetivo de ganar un dinero que no podremos gastar en familia, pero sí nos servirá para comprar bienes materiales; que, a buen seguro, tampoco podremos usar.
Aumento de la productividad
Aunque a bote pronto pueda parecer lo contrario, diversos experimentos a lo largo de todo el mundo han servido para demostrar que las semanas laborales de cuatro días sirven para aumentar la productividad, debido a una bajada de los costes laborales, a consecuencia de los menores costes de rotación.
Además, la mejora de la calidad de vida de los empleados hace que sean más productivos; pues, como es lógico, si gozamos de buena salud se reflejará positivamente en el trabajo que llevamos a cabo, al contrario que si tuviésemos que hacerlo cansados o debilitados.
Sin embargo, esto ocurriría sólo si se mantuviesen las jornadas de ocho horas; pues, si se tratase de subirlas a 10 horas diarias para continuar con las cuarenta semanales, el cansancio aumentaría y la salud de los empleados se resentiría mucho.
El programador que automatizó su trabajo durante seis años hasta que le echaronLa historia de un programador que se dedicó a automatizar el trabajo, y a tirarse los seis años siguientes sin hacer nada.
A pesar de todo, sea como sea, este tipo de jornadas laborales son bastante utópicas en la sociedad en la que vivimos, pues los propios trabajadores a menudo anteponen trabajar más y ganar más dinero a tener una buena calidad de vida. Por lo tanto, la solución sería una sociedad más igualitaria económicamente, en la que no hubiese personas que necesiten matarse a trabajar para llevar un plato a la mesa, ni tampoco individuos que insistan en pasar más horas en su lugar de trabajo para poder gozar de un alto nivel económico. Esto parece poco probable, por lo que de momento nos tendremos que conformar con las jornadas que conocemos; pero sin hacer locuras, no olvidéis que el trabajo dignifica; pero, pasadas ciertas horas, también mortifica.
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