Los zombies son unas de las criaturas más usadas últimamente en películas tanto de terror como de ciencia ficción.
Y es que estos “no vivos”, hambrientos de carne humana, son un importante recurso en ambos géneros ya que, al contrario que otras criaturas típicas, cuentan con el don de conseguir que seamos capaces de identificarnos con ellos. Al fin y al cabo, en algún momento también fueron humanos.
¿Pero cómo puede alguien totalmente normal convertirse en un zombie? Lógicamente, el argumento usado en la mayoría de estas películas tiene demasiada imaginación, pero lo cierto es que algunas enfermedades desgraciadamente reales pueden causar este efecto cuando infectan a los humanos. Y como contó José Ramón Alonso Peña en una charla suya a la que asistí recientemente, un buen ejemplo es el del virus de la rabia, del que os voy a hablar en este artículo.
¿En qué consiste el virus de la rabia?
La rabia es una terrible enfermedad causada por un virus que puede ser transmitido a los humanos a través de diferentes vectores. Tradicionalmente, los perros eran uno de los más frecuentes, aunque con motivo de la aparición de la vacuna y la dura normativa respecto a la vacunación de los canes ha llevado a que el único vector de transmisión en la mayoría de países desarrollados sean los murciélagos.
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Una vez que el virus penetra en el organismo, comienza a multiplicarse en las células musculares y, desde allí, se traslada a las neuronas. Una vez en éstas, utiliza las propias sinapsis para viajar entre ellas, de modo que difícilmente puede ser interceptado por el sistema inmune, y sigue su viaje a través de los nervios,que lo podrán llevar a cualquier órgano del cuerpo, causando una infección sistémica.
Sin embargo, el órgano más afectado no deja de ser el cerebro ya que el virus toma un control total sobre él.
Síntomas del virus de la rabia
Los síntomas causados por esta enfermedad, transmitida por el mordisco de animales infectados, pueden ser muy viariables, aunque todos se pueden dividir en cuatro fases. La primera fase, que puede durar de 1 a 3 meses, es asintomática. A continuación, durante los 10 días siguientes, tienen lugar algunos síntomas variables, pero lo peor empieza cuando llega al cerebro, ya que en ese momento comienza un periodo de 2 a 7 días durante los cuáles el paciente puede experimentar depresión, fatiga, alucinaciones y, sobre todo, los dos síntomas más representativos de esta enfermedad: agresividad e hidrofobia.
Finalmente, en un periodo de unos 10 días, todo termina con el coma y la muerte por paro cardíaco o infecciones secundarias.
¿Cómo manipula el cerebro el virus de la rabia?
Del mismo modo que el parásito responsable de la toxoplasmosis lleva a los ratones hasta los gatos como corderitos al matadero, el virus de la rabia desarrolla un truco similar con los mamíferos a los que infecta.
Como os dije al comienzo, la vía de transmisión de la enfermedad es la mordedura de animales infectados. Los virus son supervivientes natos, saben lo que tienen que hacer para seguir adelante y no les importa jugar duro para conseguirlo. Por eso, una vez en el cerebro del hospedador, despiertan en él una gran agresividad que suele derivar en obsesión por morder a cualquiera que se encuentre en su camino, de modo que el virus, que se encuentra a la espera en la saliva del pobre desgraciado, pasa al nuevo hospedador, comenzando un nuevo ciclo.
Descubren un parásito capaz de alterar nuestro comportamiento
Por otro lado, otra de las características más comunes de la enfermedad es el miedo al agua, hasta el punto que en algunos lugares la enfermedad no se conoce como rabia, sino como hidrofobia.
Esto se debe a que al virus no le interesa que el individuo al que ha infectado beba agua, que haría que la saliva se diluyese, por lo que desata un mecanismo de fobia al preciado líquido que hace que el paciente rompa en arcadas ante su mera presencia.
¿Puede tratarse en virus de la rabia?
La respuesta a esta pregunta depende del momento en que se detecte la enfermedad; ya que, si el virus ha conseguido llegar al cerebro, es casi imposible detenerlo. De hecho, a lo largo de la historia sólo tres personas han conseguido salvarse, siendo el caso más conocido el de una chica que se curó gracias a un tratamiento acompañado de un coma inducido.
Sin embargo, si se comienza el tratamiento justo después de la mordedura a través de la administración de la vacuna antirrábica y una correcta desinfección de la zona, se evitará el trascurso normal de la enfermedad impidiendo que el patógeno llegue hasta el cerebro.
Investigaciones actuales en torno al virus de la rabia
A veces, la forma tan devastadora que tienen algunas enfermedades para extenderse por nuestro organismo resulta en una herramienta de gran interés para la ciencia. Éste es el caso del estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores que a principios de este año diseñaron una variante del virus que no era capaz de producir ningún daño y, además, producía bioluminiscencia, de modo que se podía hacer un seguimiento de su desplazamiento a través de las conexiones neuronales y, con ello, llevar a cabo un mapeado muy exhaustivo de este entramado cerebral.
Científicos usan el virus de la rabia para mapear el cerebro humano
Como veis, los zombies son algo más que un personaje de película de ciencia ficción. Y es que no hace tantos años que no era tan raro ver a estos títeres del virus de la rabia mordiendo a diestro y siniestro con el fin de perpetuar al responsable de su enfermedad. Tanto es así que los científicos que en su día trabajaron en el desarrollo de la vacuna, además de sustancias y materiales científicos, tenían sobre la poyata del laboratorio una pistola con la que habían pactado dispararse en caso de que alguno fuese infectado accidentalmente. Escalofriante, ¿verdad?
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